Perspectivas Literarias
Ángel Gabriel Ro (Ponce, Puerto Rico) aparece publicado por primera vez en la compilación latinoamericana «Armario de Letras 2» (2019), de la editorial Caza de Versos con su relato «El invierno en tus ojos». Su más reciente publicación, «Se despidió en invierno» (2021), obtuvo una mención honorífica del Instituto de Literatura Puertorriqueña en los Premios Nacionales a Mejores Obras. Es parte de la comunidad de autores independientes y participa en ferias, exposiciones y eventos relacionados junto a otro gran grupo de representantes de la literatura contemporánea en Puerto Rico.
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Facebook: @angelgabrielro.escritor
Twitter: @angelgabrielro_
Instagram: @angel.gabriel.ro
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Te enseñaré a amar
Te enseñaré a amar
igual que a volar un pájaro aprende.
Igual que en la vida florece la muerte.
Amarás después de mí
como no amaste jamás.
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Te enseñaré a amar
y a sentir emociones distantes de la culpa.
A aceptar que hay juicios que a nadie corresponden,
como en el bosque hay flores que no te tienen que gustar.
Te enseñaré a perder
el control que nunca has tenido
y a entender que nada es remedio
cuando no hay enfermedad.
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Comprenderás que hay días que llegan
aunque no los esperes.
Que hay hierbas que crecen aunque las arranquen.
Que no pide permiso el mar
para volverse fuerte.
Ni tiene que parar de llover
para salir a caminar.
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Desde el más oscuro desprecio,
aprenderás a dejarme ir.
A soltarme, parte a parte,
si es que no puedes quererme completo.
Que yo...Ni confundido, ni a mitad.
Ni en una etapa.
Esas son solo palabras
de quienes temen querer de verdad.
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Con límites, y fronteras.
Y barreras, y con razón.
Pero sin condición.
Amar es solo eso.
Querer atar por protegernos
y dejarnos libres por amor.
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Te enseñaré a amar.
A ti y a cada persona
cuya histeria despierte
mi forma de ser,
mi modo de hablar,
de vestir,
de reír, de andar y de correr.
Tú, como ellos, aprenderás
que no hay odio que apague mi luz,
ni sombra que ennegrazca mis alas.
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No hay grito que acalle mi voz,
ni insulto que ofenda mi orgullo.
No hay rechazo que valga mi pena.
No hay cariño que merezca mi dolor.
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Así, pues, yo
te enseñaré a amar,
aun cuando creas que me desconoces.
Aun cuando sientas que me has perdido,
y mi nombre te resulte amargo,
y mi recuerdo te parezca ingrato,
es innegociable que sea yo mismo.
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Te enseñaré a amar
si es necesario,
alejándome,
poniendo distancia,
evitando lo que me haga daño,
y refugiándome lejos de casa,
pero siempre cerca de algún hogar.
Ya no me verás llorar
ni alegrási ni tristezas.
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Besaré a quien quiera.
Será mi boca
cada día más imprudente.
Y los comentarios de la gente,
apenas ruido de fondo
tras la música sutil
que mi cuerpo mueva.
Y sin ninguna vergüenza,
bailará en los bares
mi derecho a escoger
el placer sobre la guerra,
la paz sobre las violencias,
bienestar sobre complacer,
ser feliz sobre hacerte feliz.
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Te enseñaré a amar
amándome primero a mí.
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