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Zahira Lespier Torres, Psy.D.

La doctora Zahira Lespier Torres cursó sus estudios doctorales en psicologia clínica en el Centro Caribeño de Estudios Postgraduados, ahora conocido como la Universidad Albizu.

Inició su trayectoria profesional atendiendo clientes con diversidad funcional a través del Programa de Rehabilitación Vocacional. Ha prestado servicios a personas afectados/as por la violencia de género e intragénero. De igual forma, en escenarios hospitalarios psiquiátricos Fue catedrática auxiliar en el Programa Doctoral de Psicología Clínica de la Escuela de Medicina de Ponce y en la Escuela de Psicología de la Universidad Interamericana Recinto Metropolitano y actualmente en el Programa de Maestría en Consejeria en Adicción de la Universidad Central del Caribe, en adición a ser supervisora clínica en el programa.

Ha ofrecido talleres a diversas poblaciones y profesionales de la salud y es recurso en actividades de capacitación en la Academia Judicial, a jueces y juezas de nuevo nombramiento. De igual forma, ha sido recurso en capacitaciones para profesionales de la salud sobre temas de la comunidad LGBTQ+, co coordinadora del comité DSGO de la APPR, previamente integrante del comité CABE y facilitadora de talleres en EU y PR. Al presente, es Coordinadora Clínica del Programa Centro de Apoyo Mutuo de ASSMCA.

SER o no ser: Creando alianzas con personas LGBTQ+

Allyships can take you on an eye-opening-journey and change the world. 

—Emma Codd, World Economic Forum, 2020

          Al pensar en el apoyo que puede brindar una o varias personas que se solidarizan con grupos vulnerabilizados ante el prejuicio, el discrimen y el estigma del macrosistema, probablemente nos familiarizamos mejor con las palabras aliade o aliada. Las personas aliadas representan voces poderosas y efectivas en la abogacía de derechos humanos de diversas poblaciones, como las personas LGBTQ+. Una persona aliada o aliade se puede definir como esa persona que tiene presencia en defensa del trato justo hacia personas que se perciben diferentes a otras. Apoyan la importancia de la equidad, el respeto mutuo, la aceptación y la justicia social (Grant et al., 2011).

          El establecer alianzas o ser una persona aliada se convierte en una filosofía de vida, ya que promueve el no actuar, ni favorecer, actos que molesten, discriminen y excluyan a personas de grupos marginados diversos, actos que redundan en obstaculizar o limitar la exposición en diversos escenarios como lo es por ejemplo el deporte (Taylor, 2015). Esta noción de crear alianzas o ser persona aliada de personas LGBTQ+, en este contexto, tiene sus raíces en la psicología social, la consejería, asuntos estudiantiles y escenarios organizacionales. Se considera un asunto de justicia social y de aspectos étnicos y raciales inclusive (Radke et al., 2020; Stefaniak et al., 2020). Resulta interesante saber cómo personas de grupos dominantes, privilegiados, incluyendo estudiantes y personas trabajadoras, han ido creando conciencia, han abogado y comenzado a ser activistas (Borgman, 2005; Cohen et al., 2006). En relación con las alianzas con personas LGBTQ+, Fingerhut (2011) identificó factores demográficos y contextuales que contribuyen a que las personas se hagan aliadas. Según su visión, las mujeres heterosexuales se inclinan más a ser aliadas que los hombres heterosexuales. Asimismo, personas con mayor educación, y que se han relacionado más con personas LGBTQ+, igualmente se inclinan más a ser aliadas (Henry et al., 2020). No obstante, es necesario tomar en consideración la perspectiva que tienen las personas heterosexuales sobre lo que es ser personas aliadas, o su definición personal (Henry et al., 2020; Jones et al., 2014). 

          Ser una persona aliada de personas que socialmente han experimentado el rechazo por su orientación sexual o identidad de género, influye de manera positiva, siendo un factor para una mejor salud mental (Holt-Lunstad et al., 2010). De hecho, se han asociado las relaciones sociales positivas y de apoyo con factores de resiliencia y longevidad (Eisenberg & Resnick, 2006). Lo contrario también se ha explorado. Es más probable que personas LGBTQ+ que perciben y han experimentado discrimen, exhiban problemas en la salud física y mental. Aunque se ha expuesto la relación de las alianzas y el apoyo hacia personas LGBTQ+ como factores positivos, según Chen et al. (2023), queda mucho por explorar en cuanto a la validez predictiva de ser personas aliadas y resultados significativos. 

Se ha estudiado este factor de alianzas en lo que se conoce como “collective action”, traducido al español para propósitos de este escrito como “acciones colectivas”. Estas acciones representan lo que hace la persona aliada para apoyar movimientos sociales (Iyer & Achia, 2021). Sobre este particular, resulta conveniente explorar cómo estas acciones, de manera indirecta benefician a personas LGBTQ+, facilitando cambios estructurales y culturales. Chen et al. (2023) hacen una interesante distinción cuando diferencian apoyar en contraposición con ser explícitamente una persona aliada. Apoyar a alguien implicaría, según su visión, acudir donde la persona, por ejemplo, si estuviera hospitalizada o si hubiera perdido su empleo. Se puede ser apoyo, pero no tener una completa aceptación y respeto por la identidad LGBTQ+ (Bergman et al., 2013). Serlo de forma clara, solidaria y validada en toda manifestación, tendrá un impacto tanto interpersonal como intrapersonal. De hecho, podemos decir que las personas aliadas no son extrañas y ello no se da en un vacío.  Resultan ser personas conocidas, amigues, familiares y compañeres de trabajo, así como compañeres estudiantes, contexto en el cual se han dado muchos movimientos pro alianzas a personas LGBTQ+.

          Por otro lado, sería pertinente investigar si las personas aliadas son percibidas como tal por las personas de los grupos minoritarios ya que, el que una persona se autodenomine como aliada no necesariamente significa que será percibida de esa manera por las personas de los grupos minoritarios. Relacionado a esto, Chen et al. (2023) realizaron un estudio en cuyos resultados se muestran qué características o cualidades se consideran importantes o son identificadas como esenciales para percibir a una persona como aliada y a esa alianza de forma significativa. Se identificaron tres componentes principales: 1) no estar prejuiciada o aceptar a las personas LGBTQ+; 2) accionar o tomar acción ante actos observados de inequidad y discrimen; 3) tener humildad ante los propios prejuicios, limitaciones y perspectivas. En el estudio, el primer punto resultó ser el más importante como persona aliada, seguido de las acciones. De hecho, el no ser una persona prejuiciada impulsa las acciones necesarias de la alianza hacia las personas LGBTQ+. Ello aporta también a mejores relaciones sociales con las personas aliadas que no forman parte de la comunidad LGBTQ+. Es posible pensar, y de hecho, se considera como una de las implicaciones del estudio, cómo los grupos de personas aliadasno LGBTQ+, pueden promover y mediar una mejor integración/inclusión entre grupos.

          Volvamos al inicio, ser o no ser, es una decisión. Todo comienza con la bien conocida destreza de escuchar de forma activa, escuchar para entender, no reaccionar. Escuchar para conocer las historias de cada cual, las luchas de las personas LGBTQ+, no callar ante injusticias y abogar por mantener derechos adquiridos, ante un macrosistema en donde algunos sectores buscan derogarlos. Ser, lleva a la persona que decide ser aliada a sobrellevar las fuertes críticas que ello va a traer, como el cuestionamiento, inclusive, de la sexualidad u orientación sexual de la persona, entre otras. El no ser hará que se claudique, que sea un apoyo pasivo. Ser, va acompañado de un activismo abierto, notable, sostenido, a largo plazo. Es lo que he experimentado como mujer lesbiana cisgénero, sin pretensiones ningunas.   

          En una breve exploración con colegas que son personas aliadas y sus razones para serlo, identifiqué lo siguiente: 1) un alto sentido de compromiso hacia la justicia social, sentido de empatía y sensibilidad; 2) respeto y aceptación de la orientación sexual e identidad de género de cada persona; 3) abogacía sobre los derechos humanos que se ajustan a todo ser humano; 4) respeto por el valor y la dignidad humana; 5) intolerancia hacia las injusticias; 6) admiración por la capacidad de resiliencia ante la adversidad; y 7) ser buenas amistades de personas LGBTQ+. Es evidente, desde mi punto de vista, la presencia de valores intrínsecos, razones externas que transicionan hacia lo interno y que hacen que se SEA una persona aliada. Existen muchas razones, mencionadas en investigaciones y puntos de vista. Un aspecto es innegable, y es que es satisfactorio, es motivador, es una gran contribución, tener cerca, de manera integradora, personas no LGBTQ+ que crean que acompañarnos a seguir abogando y erradicando el prejuicio, las macro y microagresiones es un puente hacia la equidad y la inclusión. Lo mejor es que se ve, se siente, es SER.

Referencias:  

 

Borgman, A. L. (2005). LGB allies and Christian identity: A qualitative exploration of resolving conflicts and integrating identities [Dissertation]. Department of Counselor Education and Counseling Psychology, Western Michigan University

Cohen, H. L., Padilla, Y. C., & Aravena, V. C. (2006). Psychosocial support for families of gay, lesbian, bisexual, and transgender people. In D. F. Morrow & L. Messinger (Eds.), Sexual Orientation and Gender Expression in Social Work Practice: Working with Gay, Lesbian, Bisexual, and Transgender People, (pp. 153-176).

Chen, J. M., Joel, S., & Castro Lingl, D. (2023). Antecedents and consequences of LGBT individuals’ perceptions of straight allyship. Journal of Personality and Social Psychology, 125(4), 827–851. doi: 10.1037/pspi0000422.

Eisenberg, M. E., & Resnick, M. D. (2006). Suicidality among gay, lesbian and bisexual youth: The role of protective factors. Journal of Adolescent Health, 39(5), 662-668. https://doi.org/10.1016/j.jadohealth.2006.04.024

Fingerhut, A. W. (2011). Straight allies: What predicts heterosexuals' alliance with the LGBT

community? Journal of Applied Social Psychology, 41(9), 2230-2248. https://doi.org/10.1111/j.1559-1816.2011.00807.x

Grant, J. M., Mottet, L. A., Tanis, J., Harrison, J., Herman, J. L., & Keisling, M. (2011). Injustice at Every Turn: A Report of the National Transgender Discrimination Survey. Washington: National Center for Transgender Equality and National Gay and Lesbian Task Force, 2011.

Henry, I. D. (2020). What allies want: reconsidering loyalty, reliability, and alliance interdependence. International Security, 44(4), 45-83. https://doi.org/10.1162/isec_a_00375

Holt-Lunstad, J., Smith, T. B., & Layton, J. B. (2010). Social relationships and mortality risk: a meta-analytic review. PLoS Medicine, 7(7). https://doi.org/10.1371/journal.pmed.1000316

Iyer, A., & Achia, T. (2021). Mobilized or marginalized? Understanding low-status groups’ responses to social justice efforts led by high-status groups. Journal of Personality and Social Psychology, 120(5), 1287-1316. https://doi.org/10.1037/pspi0000325

Jones, K. N., Brewster, M. E., & Jones, J. A. (2014). The creation and validation of the LGBT Ally Identity Measure. Psychology of Sexual Orientation and Gender Diversity, 1(2), 181-195. https://doi.org/10.1037/sgd0000033

Radke, H. R., Kutlaca, M., Siem, B., Wright, S. C., & Becker, J. C. (2020). Beyond allyship: Motivations for advantaged group members to engage in action for disadvantaged groups. Personality and Social Psychology Review. https://doi.org/10.1177/1088868320918698

Stefaniak, A., Mallett, R. K., & Wohl, M. J. (2020). Zero‐sum beliefs shape advantaged allies’ support for collective action. European Journal of Social Psychology, 50(6), 1259-1275. https://doi.org/10.1002/ejsp.2674

Taylor, H. (2015). Activating Change Through Allyship. Journal of Intercollegiate Sport, 8(1), 37–42. https://doi.org/10.1123/jis.2015-0025

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